Las toxinas son venenos que tienen un efecto negativo en el cuerpo humano. Pero no todas las toxinas son igual de peligrosas. Algunas de ellas se utilizan por la ciencia con fines pacíficos desde hace mucho tiempo. Uno de estos venenos útiles es la toxina botulínica.
La toxina botulínica es un veneno orgánico de naturaleza proteica, producido por la bacteria Clostridium botulinum. Una vez en el organismo en grandes dosis, provoca trastornos en el sistema nervioso, los centros nerviosos del corazón y los músculos esqueléticos. Pero en la década de 1950, los científicos descubrieron que podían utilizar pequeñas dosis de toxina botulínica diluida y purificada para relajar los espasmos musculares sin ningún peligro. Este descubrimiento fue utilizado por primera vez a finales de los años 70 por el oftalmólogo estadounidense Alan Scott para tratar el blefaroespasmo. Poco después se observó que un fármaco con toxina botulínica inyectado en el paciente no solo hacía desaparecer el parpadeo involuntario, sino también desaparecían las líneas de expresión alrededor de los ojos, y la piel se volvía más elástica. Los cosmetólogos se aprovecharon de ello, y hoy en día las inyecciones de toxina botulínica se han convertido en las más comunes para solucionar un gran número de problemas estéticos, y se han ganado la fama de inyecciones de belleza.
Para corregir las líneas de expresión se utiliza la toxina botulínica tipo A. Al bloquear el funcionamiento de las terminaciones nerviosas, impide que el impulso de éstas se transmita a los tejidos. Como resultado, en el lugar de la inyección, los músculos se relajan, las arrugas se alisan y la piel empieza a tener un aspecto más joven.
El efecto de la toxina botulínica es temporal: tras la intervención, la producción de acetilcolina (sustancia responsable de transmitir los impulsos nerviosos) queda bloqueada durante un periodo de 4 a 6 meses. Pero durante este tiempo la persona desarrolla el hábito de limitar las expresiones faciales, lo que tiene un efecto positivo en preservar la juventud y la belleza, porque no aparecen nuevas arrugas.
Lo más frecuente es que las inyecciones de toxina botulínica se utilicen para corregir las líneas de expresión de la frente y alrededor de los ojos. Pero los esteticistas también llevan a cabo con éxito la botuloterapia para afinar el óvalo de la cara, corregir la asimetría, rejuvenecer la cara y el cuello, elevar las comisuras de los labios y cejas y tratar la hiperhidrosis.
En nuestra clínica, para corregir las arrugas de expresión se utilizan productos probados de marcas mundialmente conocidas:
Botox es el primero y el preparado más popular del mundo para la terapia botulínica, producido por la empresa americana Allergan. Su calidad y eficacia han sido probadas por el tiempo y millones de pacientes. Las inyecciones de Botox tienen una acción dirigida y alisan rápidamente las arrugas en la frente, en las comisuras de los ojos y otras zonas. Una característica distintiva del fármaco es su fuerte concentración, lo que permite usar cantidades mínimas de Botox para corregir las líneas de expresión.
Xeomin es uno de los tres líderes de la terapia botulínica. Es producido por la marca alemana Merz y es conocido en el mercado de la cosmetología desde 2008. Una tecnología especial de purificación de los compuestos proteínicos durante la producción hace que las inyecciones de Xeomin sean seguras y altamente eficaces. Xeomin se utiliza normalmente para el primer procedimiento de eliminación de arrugas con toxina botulínica en pacientes jóvenes.
Dysport es un producto francés a base de toxina botulínica fabricado por Ipsen Pharma. La singularidad de las inyecciones de Dysport es que consiguen el resultado final más rápidamente que las sustancias similares. Gracias a una composición especial, Dysport alisa incluso las líneas de expresión profundas, haciendo frente a aquellos problemas que no pueden corregir fármacos más «suaves». Al mismo tiempo la mímica después de las inyecciones de Dysport sigue siendo natural.